¿Qué sucedería con sus hijos si les dijesen sí a todo lo que ellos pidan, y, para añadirle realidad al problema, decimos que el banco más grande del mundo está apoyando tu iniciativa?, ¿qué creen que sucedería con tus hijos, sería positivo o negativo para ellos el que alguien les satisfaga todos sus caprichos?, ¿o qué crees que habría sucedido contigo si hubieses atravesado este mismo proceso? La respuesta es muy sencilla: se pierde perspectiva. La naturaleza es un proceso ‘negativo’ y ‘positivo’, desde la simple pregunta ¿quieres comida?, hasta la casi estrafalaria ¿quieres llegar a la luna?, todas obedecen a síes y noes. Sí tendrás comida, si la cultivas, si la cazas, y un larguísimo etcétera, no obtendrás nada si te quedas sentadote ahí. Hay condiciones que se deben seguir para obtener algo, toda persona razonable debe inclinarse ante los requerimientos, sean cualesquiera que sean, de los procesos naturales. Ya, obvio—espero, supongo—, y ¿qué hacemos con los procesos sociales?
Los procesos naturales son una imposición de la realidad al ser humano. ¿Quieres volar? Debes seguir las reglas de la física natural. ¿Quieres cocinar? Física y química. Etcétera, pues. Pero todos los procesos sociales—más o menos—son imposiciones que el ser humano ha buscado imponerse a sí mismo, porque así se construyen los sistemas: con síes y noes. Sí, esto; no, aquello. El problema está en que tu sistema puede tener síes y noes incompatibles con mi sistema. Por ejemplo, me vienes con que debo sacrificar niños a Moloj Baal (Moloch Baal, dios fenicio, búsquenlo), ése es un ‘sí’ producto de una convención cultural de orden religioso: Sí debes sacrificar un niño a Moloj Baal porque esto mantiene el orden de las cosas… Los cartagineses eran famosos por hacer esto, sacrificar niños a su gran dios de metal, el niño era arrojado al fuego, o podía levantar a los mismos haciendo uso de recursos mecánicos. Pero, nosotros, o al menos yo, no podría obedecer este ‘sí’ cultural, tendría que siquiera manifestar el ‘no’ de mi sistema, de mi punto de vista, ya que, cualquier objeción, no sólo es un sí, también es un no. ¿Cómo? Veamos, yo acabo de decir que diría ‘no’ a que sacrifiquen un niño—pongamos que es mi hija, pa’ hacerlo más dramático, ‘noooooooooooooo’, diría, ‘nooooooooo’, y, pum, el guardia golpearía mi cabeza, y yo caería inconsciente. Snif, snif—, pero, ese ‘no’ parte de un ‘sí’, ¿sí qué? Sí a una solución lógica y racional; sí, el dios puede ser menos brutal; sí, hagamos algo que en verdad podría ayudar, etcétera. Obvio, también hay muchísimos noes, cierto; pero el punto es que el sistema coexiste con unos y otros, la existencia de un sí implica la realidad de un no.
El problema está en que los resultados de los procesos sociales no son tan fáciles de medir, a diferencia de los resultados del sistema natural. Si tu caza no da resultado, pues, no comes, lo que es una realidad evidente; en cambio, ¿qué pasa si los sacerdotes de Baal Moloch aceptan no sacrificar a tu hija, y acontece un desastre, inundación o lo que fuere?, ¿cómo podrías demostrar, en los primitivos tiempos de Cartago—650 a 146 A. de C.—, que lo sucedido no se debió a tu falta de fe en Moloj Baal? Sí, con el proceso científico, podemos demostrar que Moloj Baal no ayuda… ¿podemos? ‘Proceso científico’, un par de lindas palabras; pero no más reales, ni tomadas en cuenta, que Moloj Baal. La verda’, verda’, es que los procesos humanos sí pueden medirse efectivamente, siempre hay una manera de medir los resultados de cualquier proceso, y así sabríamos qué está bien o qué está mal, sabríamos, si no fuera que el mismo proceso de ‘medir’ es parte de un sistema. O sea: tú podrías demostrar que la inundación se debe a procesos climáticos; que el agua, que la evaporación, y alguien viene y cuestiona no tus resultados, sino tu ‘voluntad de medir’ lo que sea, cuando las voluntades de los dioses son insondables. El sólo decir que se puede medir cualquier resultado, ya es el ‘sí’ de un sistema, con sus respectivos noes, que puede ser cuestionado o rechazado por otro sistema. Pero, la renuncia a medir algo es la voluntad de un ‘sí’, careciendo de un ‘no’. El sí vendría a ser algo como un muy simplón y mediocre ‘sí se puede hacer eso’, y el ‘no’ ha sido relegado y limitado a ‘no se puede medir eso’, o ‘tus mecanismos de medición NO están bien, son subjetivos y construcciones caprichosas’. El ‘no’, en este caso y de una manera completamente irresponsable, existe sólo para potenciar el ‘sí’.
Hoy en día, decir que ‘no’ está mal. ‘No’ se ha convertido en una mala palabra, un vocablo socialmente condenado. No es que el sistema pueda existir careciendo de síes y noes; pero se puede hacer trampa con la lógica, mandar al diablo al razonamiento y adscribirse a nociones absurdas. Recuerden, los ‘síes’ y ‘noes’ surgen de una deducción lógica, es un proceso de construcción basado en ‘resultados’, ‘productos’ o ‘consecuencias’. Necesito de uno y otro para construir un sistema eficiente; pero en nuestra vida hay mil y un cosas que no tienen por qué atenerse a la lógica. Por ejemplo, seguro que te gusta alguien, y no hay lógica por detrás de esa atracción o gusto. Ahora, dicho eso, lo ‘no-lógico’ no puede crear un ‘sistema-lógico’, ¿no? Claro, pero los sistemas de ‘síes’ y ‘noes’ no tienen por qué ser lógicos. Las religiones son sistemas de pensamiento, ¿acaso hay alguno que tenga lógica? El problema, claro, está en confundir un sistema que no requiere presentar resultados o que cualquier resultado le da lo mismo, sistemas pasionales no razonados, y, por otro lado, los sistemas lógicos que sí deben presentar resultados, o productos, en todas las condiciones a las que se aplique la regla. Seamos sinceros, la ‘lógica’, mirando hacia el pasado, siempre ha estado en minoría, y es casi completamente ignorada hoy en día. Pero, ¿qué hay de los sistemas de ‘síes’ o ‘noes’? Ah, ah, ah… en primer lugar, estos están por encima de cualquier religión en lo que a resultados se refiere, a frutos. Los sistemas irracionales pueden manejar ‘síes’ y ‘noes’, lo prohibido, lo positivo, lo negativo, la esencia, cualesquiera sea, de sus respectivos sistemas; pero no son en verdad sistemas que puedan dar ‘síes’. Un ‘sí’, en esencia, es un fruto, un resultado. Los sistemas ilógicos sólo especulan entre ‘síes’ y ‘noes’ que no tienen ningún asidero en la realidad. Sí, Anubis te espera después de la muerta para observar el peso de tu corazón. Sí, Assur te otorgará la victoria. Y un larguísimo etcétera de ‘síes’ que no rinden frutos. Como dijo un egipcio, hace más de tres mil años: ‘nadie ha regresado del otro lado’, o sea: no sabemos si Anubis está ahí, esperando a pesar tu corazón, comparándolo con una pluma; como idea, es de gran belleza estética, pero ¿y el resultado? No hay. No hay en verdad un ‘sí’, no puede en verdad haber un ‘no’.
Vivimos tiempos sumamente religiosos, ya que todo es un acto de fe en este mundo que es hostil a la ‘religión oficial’ a la vez que se regodea y embadurna en supersticiones sin sentido ni forma, ni estética, ni historia. Un largo ‘no’, a un muy pobre ‘sí’. Y la religión que está de moda es el ‘sí’, ¿’Sí’ qué? Sí, lo que sea; con su ‘no’, no ‘no’. Lo único prohibido, en este esquema religioso, es decir que ‘no’; nada ‘no’, todo ‘sí’. Y un ‘sí’ carente de un ‘no’ no es positivo, no ayuda, perjudica, hace daño, destruye la perspectiva y el orden de las cosas. Vayamos a los ejemplos concretos: Sí, come todo lo que quieras. No es una abstracción decir que hoy día tenemos un problema de obesidad como nunca hubo antes. Ni siquiera los nobles romanos llegaron a estar tan gordos en promedio; los testimonios de sus épocas nos hablan de algún que otro emperador que se volvió obeso, recuerdo a ‘Constantino’; y se lo criticaban mucho. Utilizan ‘obeso’ como insulto; pero, hoy en día, en ciertos círculos y sociedades, los números son verdaderamente espantosos. Dicen que: 74% en los EE.UU., 61% en el Reino Unido. Sí, claro, es la mala calidad de la comida—¿mala calidad?—y un ritmo de vida sedentario; pero también tiene que ver con un indulgencia propia y ajena, de otorgarse y otorgar, el placer de comer sin ponerle límites. Además, la comida de hoy en día, incluso esa llamada ‘chatarra’, es muy sabrosa, y si no se abusa de ella, pues, viene bien darse un gustito; pero, pa’ estar en verdad enfermitos, hay que andar dándose un gusto, y otro, y otro. En el primer mundo, que es donde está en boga el ‘sí con sí’, sobre todo en EE.UU. ya puede verse a la gente paseando en esa especie de motos pequeñas para obesos. Qué asquito—ah, y esto no se puede decir, es ‘discriminación’ o no sé qué tontería; ya saben, parte del ‘sí y sí’, prohibido juzgar, prohibido ‘nonear’.
¿Come lo que quieras, juega lo que quieras, juega cuanto quieras? Son algunos de los mínimos males cotidianos que surgen de esta moda de no poder prohibirse nada. Está mal prohibir, decir que no: “deja eso”, “no hagas eso”, “no comas eso”, “no comas tanto de eso”, está mal, no se debe decir, no se debe imponer. A los niños no se les debe negar nada, ¿creen en verdad que se les hace un favor haciendo esto? Por dios, qué estúpidos. Deberían buscar en la red todo lo que se dice sobre decirle a tu hijo que es especial, que es una hermosurita, que es importante, que puede lograr todos sus sueños; que ese tipo de frases y falsos apoyos no son, en verdad, ayuda, y que sólo dañan su capacidad para evaluar y auto-evaluarse; entre otras cosas. Esta misma indulgencia, que como resultado nos da niños malcriados, gritones y molestosos, se refleja en los requerimientos de la sociedad en sí. Es un cliché, y lo será por algo, el del niño malcriado al que se le dio todo y se convierte, por eso, en malvado, por ejemplo: ¿recuerdan a la princesa Morbucks, personaje de las ‘power puff girls’? O algo más moderno como ‘Joffrey Baratheon’, o los dragones celestiales, los nobles, de ‘One Piece’. Es un cliché, pero esto se debe a como hemos entendido nosotros cuál ha sido la experiencia con este tipo de personas. Los buenos reyes fueron aquellos a los que se les dijo que ‘NO podían hacer lo que les dé la gana’. Ciertos emperadores romanos, que, como anécdota, castigaron a las aguas con las espadas de sus soldados—no recuerdo a raíz de qué—o, en el caso de los países latinoamericanos, los dictadores que tuvimos, en Bolivia tuvimos uno: Mariano Melgarejo (o sea: tuvimos muuuuchos; pero éste se pasaba de bruto y prepotente), que nombró ministro, o vicepresidente, o algo así, a su caballo… y hay más, y más de esas anécdotas idiotas. O sea: ‘sí’ a todo, manda al diablo a la persona; se pierde perspectiva, toda. Ahora, ¿qué sucede cuando una sociedad sólo aguanta el ‘sí’ y sólo acepta el ‘sí’? Creo que es fácil adivinar qué pasará: toda la sociedad perderá perspectiva. Y ahí estamos. Todos, ahora, son unos tiranillos.
Vean lo que exige la gente cuando se lo puede permitir: salario mínimo, cada vez más y más alto (los bolivianos deberían aprender de la experiencia de los españoles, tienen un salario mínimo muy superior a los 650 euros, lo que en mi país sería un dineral, para ellos no es nada. Es una vergüenza, por ese monto ni trabajan. O sea: ¿de qué sirve?); prestaciones, que le paguen seguro, que le paguen vacaciones, que le paguen feriados, que aportes a la jubilación; servicios gratuitos, que educación gratis, que universidad gratis, que salud, gratis… y así. Cuando nada, en verdad, puede ser gratis; el problema, claro, es que eso sería decir que ‘no’, y, no, pues, eso no se puede hacer.
A nivel colectivo, o personal, la negativa a decirnos que ‘no’ origina problemas. Yo, por ejemplo, debería decir que ‘no debo jugar’, ‘no debo tiempo en esto o lo otro’, que ‘sí’ debería trabajar más, y más, y más; si no lo hago, ¿quién va a escribir las entradas de mi bitácora?, ¿quién va a editar mis videos?, ¿escribir mis novelas? Sí, es un problema no decir que no, ya que, a veces, el ‘no esto’, el evitarte un placer cualquiera, pareciera tener un premio tan magro que uno se pregunta si vale la pena. La verdad es que sí, no sólo porque no tienes otra, no tienes otra opción que pensar a largo plazo e invertir en darte a conocer, sino porque así ha sido siempre, hay que trabajar, y muy duro, para tener algo que pueda crecer y rinde frutos. En verdad no hay opción; pero el mundo no lo está entendiendo así. Una manía de la afirmación recorre el mundo, tan extendida y tan sonora que yo ni siquiera puedo mencionar los temas que provocaron esta entrada (básicamente, piensen sobre el asunto y vean cuan extendido está el ‘sí’), un ‘sí’ que ensordece cualquier objeción, calla a la oposición con vociferaciones patéticas, y deforma nuestra percepción de la realidad. Entonces, eso… piensen sobre esto. Porque no importa cuánto quieran callar el no, está ahí, y ese es otro problema, si no estamos dispuestos a verlo, nos vamos a chocar con él, y eso no nos va a gustar.
Créditos: Primera imagen, una foto de Meow, el gato gordo, foto de kingscathospital.com; segunda imagen, un gráfico del Siglo XVIII con una representación de Moloj (moloch); tercera imagen, un gerbo castrado y obeso, imagen de Dake; cuarta imagen, el ratón gordo y el ratón flaco, foto de el muro del genoma humano, imagen de dominio público. (Sí, efectivamente, no tenía muy buena idea de qué imágenes poner. Y como wiki es la mejor fuente de imágenes con tolerancias de derechos de autor, pues, me limité a buscar algo sobre gordos. Las otras imágenes eran mucho peores.)
Hola, hola a todos. Una pena, che, estuve sin escribir, ¿o no? Sí, diferentes ocupaciones de la U, y una gran capacidad para perder tiempo aquí y allí. Entre otras cosas, terminé de leer unos tres libros, medio que con trampa, ya que los venía leyendo desde hace tiempo. Terminé 'historia del cristianismo', de paul Johnson, fabuloso; 'El héroe de las mil caras', de Campbell, a pesar de su junguianismo mecanicista, tiene pedazos hermosos, muy bueeeno; ah, y 'Cien años de soledad', sí, recién la leí, ¿qué tal? Se nota que es un excelente narrador, tiene chispa, corazón, sabe qué decir, cuándo y cómo; pero su mundo creativo me provoca el mismo rechazo que me impidió leerlo antes, qué manga de gente más burra, más torpe, más inútil. No me gusta esa gente, ese mundo, esos personajes, ninguno. Pero es fácil de leer. Anecdotario amarillista de torpezas, así resumiría esa obra.
Ya entregué, hace tiempo, toooodos los papeles de la U. Ah, mentira, me faltan algunos, y vuelven los exámenes; pero ya está todo muchísimo más relajado.
Fui a ver Noé, me gustó. No es, exactamente, una narración, una historia, es un contexto narrativo para preguntas morales. Sí, tiene algunas cosas de caricatura; pero sigue siendo interesante, a pesar de su condena, injusta, del consumo de carne--mira vos, el nuevo Noé, es vegetariano--, tiene muchas cosas a su favor, incluyendo el diseño de producción y vestuario.
Hace un par de semanas, o tres, me fui a jugar DotA, y tuvimos un partido fantástico. Duró nada menos que una hora y pico. Ganabamos, dominabamos, nos confiamos, y nos reventaron, así que retrocedimos para defender, ellos ingresaron y les sonamos, fuímos a atacar, intentamos subir, y nos sonaron. Ida y vuelta, ida y vuelta... hasta que ganamos: 72 asesinatos, versus 56... más de 120 muertes en total. Una masacre brutal y muy entretenida. Hay que aprovechar, mientras sea un juego gratuito.
Por otra parte, este mundo está... está... está muy triste; por suerte, a veces, yo no lo necesito.
¿Qué más? Como siempre, voy estructurando y reestructurando ciertas ideas de qué hacer, cómo hacerlo, y demás. Hay algunas cosas que se ven bien. Veremos qué pasa. Por otra parte, los números de la bitácora no bajaron, a pesar del tiempo sin subir notas. A veces pasa eso. La gente, el público, a fin de año está mucho más pendiente de otras cosas, en estos días, a medio año, la frecuencia de visitas, por lo general, suele ser mayor.
Bueno, eso es todo, por el momento, sin irnos a un montón de detalles. Como siempre, después de un tiempo de no trabajar en lo que me gusta--a pesar de haber hecho varias cosas que sí me gustan, estar planificando otras que también me gustan, y que mi trabajo, en esencia, me agrada--pues, me encuentro con mucha energía para producir cosas que espero les gusten. Saludos a todos.